sobre la fría piedra que sostiene nuestros pies,
a caminar con la ayuda de nuestros brazos
y con todo nuestro cuerpo hacia un espacio común,
en un viaje hacia el interior.
Entre la gente comenzamos a abrirnos camino
hacia el lugar de nuestro nacimiento,
hacia un espacio donde todos
podemos llegar a entendernos, hacia la vida.
Gracias a todas esas manos que se acercaron a mi,
y entre las cuales se escapaba el aroma de la tierra,
pude comprender lo cerca que estamos todos
de una misma identidad, de un mismo ser
y de un mismo camino y de un mismo hacer.
Hoy, huella del ayer, puedo abrir los ojos con libertad
y con deseo de caminar por los espacios comunes.
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